Una visita llena de esperanza
En febrero de este año fuimos invitados a un lugar mágico, lleno de esperanza: la Casa Ronald Mcdonald. Es una casa muy linda, llena de colores y juguetes, un espacio tranquilo en donde los chicos pueden recuperarse después de delicados procedimientos médicos, junto a sus padres y hermanitos. Para los que cada año se comen su Big Mac el Mac Día Feliz, pero nunca han ido a la Casa, los invito a que lo hagan.
Ese día fuimos para celebrar el cumpleaños de George, uno de los perros terapeutas que viven en la casa. Mi Kekita me acompañó. Ella tenía poco tiempo de haber sido operada, pero ya estaba completamente recuperada. A los chicos les causó mucha curiosidad, “¡una perrita sin patía!” exclamaban, entre emocionados y acongojados. Muchos preguntaban qué le había pasado, y no dejaban de darle palabras de aliento, “pero ella es fuerte, ¿verdad?”, decían.
Entre todos los niños estaba Yasmin, una chica de Alta Verapaz, 16 años que padece osteosarcoma (cáncer en los huesos). Ella se hospeda en la Casa durante sus tratamientos, y recientemente había sido sometida a una cirugía para amputar su piernita izquierda. Estaba muy cansada y sin ánimos de participar en la actividad, ni darle a la piñata.
Cuando le presenté a Keka me hizo muchas preguntas acerca de cómo había perdido su patita, si tenía cáncer también. Estuvimos platicando un rato, acarició a Keka, le dió galletitas y reímos por momentos. Al final, después del encuentro, Yasmin se animó, le dió a la piñata y estuvo un rato en la actividad.
Fue una sensación increíble como, por un instante, Yasmin dejó a un lado su dolor y pasó un momento agradable. No es fácil explicar el efecto que un perrito puede tener en las personas, especialmente en momentos difíciles.
Durante las horas que estuvimos ahí, todos los niños acariciaron a Keka y le dieron mucho pastel. También me contaron sobre los perritos que tienen en la Casa y cómo juegan con ellos. Después de todo comprendí el papel tan importante que juegan los perros terapuetas en la Casa Ronal Mcdonald, reconfortando a los niños con amor puro, o haciéndolos sentir más cerca de casa al compartir con un amigo que se parece al que se quedó en casa, esperando su regreso.
En fin, la Casa Ronald Mcdonald me dejó una impresión muy grata. Fue una experiencia que me llenó de esperanza y fortaleza. Me hizo reflexionar mucho, pues aunque uno piense que solo no puede hacer una gran diferencia, no es cierto; sí podemos hacer una diferencia: con un momento, unos minutos, que llevemos felicidad a estos chicos que están pasando por algo tan difícil, hacemos una gran diferencia en sus vidas, lo que deja una huella imborrable en la nuestra.
DECICADO A LA MEMORIA DE YASMIN
siempre te recordaremos con mucho amor, gracias por abrirnos las puertas al tu corazón.
Así que, si tienen un perrito súper amigable, bien portado y que le gusten los niños, escriban o llamen a la Casa (voluntariado.firm@mcd.com.gt o al 2472-2064) para programar una visita. Estoy segura de que los chicos lo agradecerán mucho y que ustedes se llevarán una lección para toda la vida.